Mientras en Japón se gastan un millón de yenes para comprar un melón, en nuestro país el melón es una de las frutas más económicas
y resulta ideal para los grandes encuentros familiares del verano.
En nuestra familia tenemos la costumbre de reunirnos unos
días en agosto en la casa del pueblo. Somos una familia bastante numerosa, así
que algunos años hemos coincidido más de veinte personas en la mesa cada día.
La intendencia resulta bastante complicada. Imaginaos yendo al supermercado
para hacer una compra para veinte personas. Sólo en postres habría que comprar:
un par de docenas de yogures, 4 kilos de manzanas, 3 de peras, ¿de melocotones
cuántos cogemos? Porque no le gustan a todo el mundo...
Mi tío Sabino optó hace unos años por solucionar el problema
a base de melones. Cada verano llegaba con el maletero cargado de melones. Al
verlo nos poníamos las manos a la cabeza: ¿15 melones? ¡Pero donde vas! Él
respondía con parsimonia que melón y medio para el almuerzo y la cena son tres
melones al día, que tal vez se había quedado corto y todo.
Luego, mientras hacíamos la sobremesa con un café y un trozo
de melón nos informaba de la cotización del melón en los mercados. También explicaba que las señoras, al verlo en el hiper con un carro lleno
de melones se convencían de que era un experto en la elección de melones y le
pedían que, por favor, que eligiera uno para ellas.
Y entonces nos explicaba sus secretos para elegir melones. ¿Queréis saber sus secretos?
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