jueves, 28 de noviembre de 2013

El pan artesano

Hace algunas semanas explicamos la guerra de precios del pan. Unos grandes productores habían puesto a la venta pan a precio muy bajo. Las pequeñas panaderías se quejaban de que no podían competir. Y es cierto que un comercio pequeño no puede ofrecer precios tan bajos.

Por ello, muchas panaderías han decidido optar por un producto diferenciado del pan barato que producen en masa los grandes distribuidores. Han orientado su negocio hacia un tipo de cliente diferente, que busca aquel pan que huele a pan, que tiene la corteza crujiente y no se convierte en chicle al cabo de pocas horas. Un pan que recuerde al pan de antes .



En Barcelona , el Gremio de Panaderos ha creado un sello que identifica aquellas panaderías que han decidido hacer pan de forma artesanal. Es una manera sencilla de anunciar al público que su pan es diferente del que se encontrará en el supermercado. Podéis encontrar una panadería artesana a través de la web del Gremio.


El pan artesano no siempre es excesivamente caro. Podemos encontrar barras por un euro. Y tampoco es garantía de ser mejor que el industrial, aunque lo suele ser, ya que intenta competir en calidad y no en precio. Algunos panaderos artesanos intentan crear panes diferenciados del resto y eso es lo que le da un valor añadido al pan artesano y lo que asegura la viabilidad del negocio.

martes, 26 de noviembre de 2013

¿Comemos peor que nuestros antepasados​​?

Grasas industriales , aditivos alimentarios , transgénicos , pesticidas , carbohidratos refinados... parece que estemos viviendo en la época de las grandes plagas alimentarias.


Los defensores de la alimentación natural opinan que los alimentos modernos provocan cánceres, alergias, obesidad y diabetes.



Probablemente tengan parte de razón pero también creo necesario recordar que el pasado suele pintar más bonito de lo que en realidad fue.



Para empezar, es cierto que nuestros abuelos no estaban tan grasos como nosotros. Dicen que es porque no eran tan sedentarios como nosotros pero me temo que la principal razón es que pasaban mucha hambre.



Al menos eso era lo que me contaba mi abuelo. Él tuvo suerte de vivir en el campo. Esto le permitía comer más a menudo que los de la ciudad por la simple razón de que estaba más cerca de la comida. Durante la posguerra se requisaban las cosechas pero siempre se podía esconder parte del grano para alimentar a la familia.



Los peores recuerdos eran de la época de la mili. Los que no tenían la suerte de trabajar en la cocina pasaban un hambre terrible. Tanta, que la afición preferida de los reclutas para ocupar el tiempo libre era ir a robar manzanas a los campos cercanos. Los dueños de los campos daban buenas palizas a los ladrones cuando los sorprendían pero eso no los disuadía de volverlo a intentar al día siguiente.



También otro pariente, que vivía en ciudad, contaba en sus memorias que de pequeño robaba algarrobas de los barcos del puerto. Es una simpática anécdota de antes de la guerra.


La cotización de la algarroba está actualmente por los suelos.

Después de la guerra se vivieron situaciones mucho peores. Fíjaos en este relato de la vida en los campamentos de refugiados:


"En alguno de aquellos primeros amaneceres, pude contemplar, como si fuera un horrible escenario de sombras chinescas, como una procesión de bisoños matarifes, seguían las huellas de algún animal que iban a sacrificar, generalmente alguna vaca o mulo, no importaba demasiado, armados de hachas, cuchillos o cualquier objeto cortante con el que poder proveerse de un pedazo de carne tan pronto alguien se decidiera dar al animal su primer cuchillazo.

El animal, ignorante de su suerte, caminaba arrastrado por la brida de su conductos, y como estaba amaneciendo, con el mar de fondo sólo se adivinaban sus siluetas, lo que le daba un aspecto fantasmagórico e irreal, lo mismo que a los del grupo que le seguían.

En cuanto la primera arma había abatido al pobre animal, una nube, como de buitres hambrientos, se arrojaba sobre la presa para ver quién sacaba la mejor tajada de la inocente víctima."

Esta escena se repitió durante varios días hasta que no quedó ningún caballo, vaca o mulo en aquellos campos."


Extraído del libro 1936-1945 de Joan Magich Capella.





Así que, si queremos responder a si antes se comía mejor que ahora, habría que preguntarse a qué época nos estamos refiriendo. Porque quizás es cierto que quizás hoy tenemos muchos problemas relacionados con una mala alimentación. Pero si en el pasado no había ninguna epidemia de sobrepeso quizá era sencillamente porque gran parte de la población pasaba hambre.

jueves, 21 de noviembre de 2013

¿Cómo distinguimos un buen pan?

En artículos anteriores, hemos hablado de la proliferación de pan de mala calidad. Hay quien lo justifica diciendo que muchos consumidores no son capaces de distinguir y apreciar el buen pan. Y que, al no distinguir un pan bien hecho de otro de dudosa calidad, muchos panaderos ya no se esfuerzan en ofrecer buenos panes.
Hoy nos centraremos en explicar qué es un buen pan. Hay quien habla del pan artesano, en contraposición al pan industrial. Y es cierto que un pan tradicional acostumbra a ser mejor que un pan industrial pero no siempre es así.
Fabricar buen pan requiere buenos ingredientes, instalaciones adecuadas y un buen control de los procesos (temperatura de cocción, tiempo de fermentado, de cocción...). Y ambas cosas se pueden hacer bien o mal tanto en el pan artesano como en el industrial.
En cualquier caso, los consumidores no vemos el proceso de fabricación del pan. Por lo tanto, necesitamos otros criterios para saber si el pan de una panadería es bueno, regular o malo.
Iban Yarza nos da unos consejos en esta entrevista:
  • El pan debe saber a pan. El pan malo se puede disfrazar con todo tipo de aditivos: nueces, olivas, queso, semillas varias... Por eso es recomendable probar el pan solo y que sepa a pan.
  • El pan debe oler a pan
  • El pan debe durar. Hay hogazas que duran varios días. El pan de barra dura menos pero, al final del día, debe mantener una frescura suficiente. Que no esté duro ni chicloso.

Recordando estos tres sencillos consejos podemos mejorar nuestro criterio y comer pan de mejor calidad. A partir de aqui, para gustos, colores. Habrá quien disfrute con una corteza dura y quien valore una miga esponjosa. Y, por supuesto, no hay nada malo en añadirle pipas o sésamo a un buen pan. Lo único que tenemos que vigilar es que estos aditivos no sean el camuflaje de un mal pan.

martes, 19 de noviembre de 2013

Productos de proximidad. Razones en contra del kilómetro cero.

Como casi todos los debates tienen dos caras, hoy damos voz a aquellos que no están del todo de acuerdo con la filosofía de consumir productos de kilómetro cero. La semana pasada dimos argumentos a favor del kilómetro cero. A continuación os presentamos algunos de los argumentos que se han contrapuesto:

  • Sociedad global: La tecnología ha acortado las distancias del mundo. Antiguamente se creaban grandes rutas marítimas y terrestres para el comercio de especias y otros productos que sólo podían comprar los ricos. Hoy casi todo el mundo puede comprar productos de todo el mundo y eso es una conquista social.
  • Más variedad: El antiguo consumo estacional ha sido sustituido por un consumo a la carta. El mundo ofrece diferentes climas y esto hace que las frutas y verduras que consumimos ya no sean únicamente las de temporada. Podemos tener uvas en primavera (ya que es otoño en el hemisferio sur) o frutas tropicales o exóticas todo el año.
  • El proteccionismo no es bueno para la economía: si todos los países deciden consumir productos propios, nuestros agricultores también lo tendrán más difícil para exportar. Así que, en la práctica, el proteccionismo lleva a una economía de costes mayores.
  • Antichovinismo: ¿los productos de nuestra tierra son los mejores del mundo? ¿Esto ocurre en todos los países? La intuición dice lo contrario. ¿Debemos renunciar a consumir los mejores productos sólo porque son extranjeros?
  • Solidaridad: Muchos países en vías de desarrollo basan gran parte de la economía en la exportación de productos agrícolas. Que puedan competir libremente ¿no es la mejor ayuda que podemos dar a su desarrollo?

Y vosotros, ¿consumís productos de proximidad o de todo el mundo? ¿Teneis motivos diferentes a los que hemos planteado en estos dos artículos?

jueves, 14 de noviembre de 2013

¿Es el pan caro mejor que el barato?

Hemos hablado en este blog de ​​la guerra del pan, que ha llevado a la calle barras de pan a 20 céntimos. Muchos sospecharán que este pan es de una calidad inferior al que se vende por precios 5 o 10 veces más caros. ¿Es así?

Bueno, no he probado el pan de 20 céntimos pero no he oído decir a nadie que sea un buen pan. Está claro que este producto se vende debido a su precio, no a ninguna otra cualidad. En todo caso, hay algún truco para hacer pasar mejor este pan, como calentarlo o tostarlo antes de comerlo. 

Desafortunadamente, comprar pan caro tampoco es garantía de un producto de calidad. Sí, por menos de un euro es difícil encontrar una buena barra de pan. Pero podemos encontrar panes muy malos a precios escandalosos. Últimamente están proliferando boutiques de pan que son elitistas en cuanto a precio pero no siempre en cuanto a la calidad. Aquí tenéis una crítica feroz.

Algunas argucias utilizadas en estos sitios son:

  • Hacer pasar por artesano un pan que no lo es.
  • Ofrecer muchas variedades de pan (barra gallega, chapata, pan de aceitunas, de nueces...) creadas todas a partir de una masa mediocre que pasa más desapercibida gracias a los aditivos.
  • Ofrecer el pan caliente.

En el fondo, el problema es que muchos consumidores, o no saben distinguir el buen pan, o ya se conforman con el pan malo. Y eso acosa los panaderos artesanos que, por un lado tienen la competencia del pan barato y, por otra, la de panes que se hacen pasar por artesanos sin serlo.

Y en medio de todas estas batallas de harina se encuentran los consumidores, muchos de los cuales están algo desorientados. Próximamente daremos consejos para aprender a distinguir el buen pan.

martes, 12 de noviembre de 2013

Productos de proximidad. Razones a favor del kilómetro cero.

En el mundo actual, el transporte de mercancías es tan barato que incluso podemos encontrar fruta venida del otro lado del mundo a precios más bajos que la cultivada a pocos kilómetros.

Últimamente se está impulsando el consumo de productos de kilómetro cero, explicando las ventajas de comprar productos elaborados cerca del consumidor. Las principales ventajas serían:
  • Huella ecológica: Un mango que ha recorrido miles de kilómetros en avión está contribuyendo al cambio climático y malgastando unos recursos naturales que se podrían usar de forma más adecuada.
  • Alimentos frescos: Cuanto más cerca están los alimentos, suelen llegar más frescos. En algunos casos, la proximidad permite cosechar el fruto en un punto de maduración más avanzado, como ocurre con los plátanos de Canarias.
  • Apoyo a los productores locales: comprar productos cultivados cerca de casa ayuda a mantener el tejido productivo del país y también el equilibrio territorial y paisajístico.
  • Apoyo a un modelo de producción respetuoso con el medio ambiente y con los derechos de los animales: los agricultores locales están sometidos a una serie de leyes que encarecen los productos. En otros países, esto no ocurre. Por lo tanto, podemos encontrar en el mercado muchos productos que han sido cultivados de una forma que aquí está prohibida.

La próxima semana, para ser ecuánimes, hablaremos de los inconvenientes de los productos de proximidad.

jueves, 7 de noviembre de 2013

La guerra del pan

En los últimos años algunos grandes productores y distribuidores han reventado el precio de la barra de pan. Mientras muchas panaderías vendían la barra de pan a 60 céntimos, Mercadona comenzó a venderla a 40 céntimos. Otros supermercados, como Día o Lidl hicieron lo mismo.

En Valencia, un empresario llamado José Navarro fue un paso más allá y puso a la venta 50.000 barras de pan diarias a 20 céntimos. Podéis verlo en este reportaje, si os interesa:




Si no tenéis tantos minutos, os lo resumo. El reportaje gira en torno al enigma "como se puede vender el pan tan barato?" que no se acaba resolviendo del todo. Pero si que se apuntan algunos factores:

  • Economía de escala: está claro que el precio por barra puede ser más bajo si se hacen miles en vez de cientos o decenas.
  • Baja calidad de los ingredientes, procesos de fabricación acelerados: podemos sospechar que comprarán la harina más barata que encuentren, gastarán el mínimo en mano de obra, energía, etc.
  • Estrategia comercial: insinúa que hay un grupo de empresarios detrás de José Navarro. En una primera fase quieren barrer la competencia vendiendo a precio de coste y que, más tarde y sin competencia, ya subirán el precio para recuperar la inversión.

Y es cierto que muchos panaderos han tenido que cerrar debido a esta competencia feroz. Otros han visto que era inútil competir en precio y han decidido optar por hacer un pan de calidad o especializarse en otros productos.

martes, 5 de noviembre de 2013

Amanita muscaria: ¿una seta tóxica o alucinógena?

La semana pasada hablábamos de la amanita phalloides, la seta que más muertes causa en Europa. Hay otras setas peligrosas y una de las más famosas es la Amanita muscaria. Quizás también habréis oído decir que esta seta tiene efectos alucinógenos .


Ejemplar de amanita muscaria encontrado en los bosques del Montseny .


Y es cierto. La amanita muscaria se ha utilizado como alucinógeno y narcótico, debido a su contenido en isoxazoles. Entre 30 y 90 minutos después de su consumo aparecen confusión, alteraciones visuales, espasmos musculares y delirio. Luego el consumidor cae en un sueño profundo y, generalmente, olvida la experiencia .


Hay quien dice que el diseño de las casas de los pitufos se basa en la Amanita muscaria . ¿Casualidad? Imagen .



Pero cuidado, que la Amanita muscaria también contiene muscarina, una sustancia musquicida. La intoxicación por muscarina provoca un aumento de la salivación , sudor y lágrimas. También vómitos, diarrea y una ralentización del pulso.

Por lo tanto, si queréis tener visiones extrañas, vosotros mismos, pero yo, antes que comerme una amanita muscaria, preferiría ver una película de David Lynch.