martes, 13 de agosto de 2013

¿Somos lo que comemos? (1)

En las Galápagos, Charles Darwin descubrió que los pájaros de las diferentes islas se habían adaptado al tipo de comida que cada isla ofrecía. Fue uno de los primeros pasos para entender la evolución de las especies.

Esta evolución también nos afecta a nosotros, los humanos, como especie viva que somos. Por ejemplo, se postula que la introducción de carne en nuestra dieta permitió un aporte energético extra, esencial para mantener un cerebro cada vez más grande. El hecho de convertirnos en cazadores también nos modificó culturalmente, en tanto que empezamos a desarrollar herramientas relacionadas con la caza, estrategias de grupo, etc.

Y si el qué comemos nos define, no es menos importante el cómo lo comemos. Fijaos en lo que dice este artículo de Xatacaciencia:

"Según un grupo de investigadores de la Universidad de Harvard, la Capacidad de cocinar y procesar alimentos permitio al Homo erectus, a los neandertales y a los Homo sapiens llevar a cabo un gran salto evolutivo que las diferenció de otros chimpancés y primates.

Este estudio se basa en el hecho de que cocinar comida con fuego y herramientas implica un mayor número de calorías consumidas y menos tiempo necesario para rebuscar y comer. Además de una reducción en el tamaño de los molares y un aumento de la masa corporal.

Al cocinar un alimento estamos predigiriéndolo de algún modo, así que, más tarde, apenas necesitaremos una hora para digerirlo. Los chimpancés, por ejemplo, tardan cinco o seis horas en masticar y digerir los alimentos. La energía que ahorraron nuestros antepasados en la digestión fue aprovechada evolutivamente para alimentar un cerebro en proceso de expansión. "


Por tanto, no sólo somos lo que comemos. También somos lo que cocinamos. Y lo que comieron y cocinaron nuestros antepasados.

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